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LA LUNA

LA LUNA

Luna

     La luna representa el inconsciente, el hogar la memoria, la herencia genética.

     Su creatividad es propia de lo receptivo, repitiéndose a sí misma como repetición de la estructura adquirida, careciendo de la capacidad de alterar por sí misma el patrón al cual quedó fijada. A nivel psicológico su tendencia a la repetición representa una de las mayores dificultades.

    Es memoria en el sentido más amplio de la palabra porque retiene todos los impactos externos que le afectan y toman progresivamente la forma de los surcos que se abren en ella, alimentándolos con su vitalidad.

     La luna es el bebé, lo intocado y la identificación con la experiencias anteriores, la incapacidad para dar respuestas nuevas por exceso de acumulación (repetición de pautas).  Representa por tanto, a la vez a la niña y a la anciana. Recién nacida y asímismo cargada por los surcos del tiempo.Por un lado fresca, vulnerable, inocente, llena de potencial y abierta a todas las posibilidades; por otro  acumula marca sobre marca quedando su vitalidad atrapada hasta perderse en una incesante reproducción de formas que drenan toda su energía e impiden toda renovación. Como anciana posee la sabiduría de la experiencia llevando consigo la rigidez del pasado, perdiendo toda capacidad de repuesta a los estímulos del presente.

     La luna implica protección en el plano psicológico, llevando ternura y calidez pero también protegiendo con toda dureza y si hace falta agresividad.

     Toda refexión aceca de la Luna está inevitablemente ligada por el arquetipo de sus dos caras: una luminosa y visible y la otra oscura e invisible. Nada que se diga sobre ella puede escapar de esta dualidad, una "cualidad" se transforma súbitamente en su opuesto "limitación o carencia" y éstas pueden revelarse como "potencia y vitalidad".

     Para el nuevo individua todo aquello que viene de los padres y a través de ellos, con sus tensiones internas biológicas y psíquicas. Esta tensión de los caminos del pasado constituye al nuevo ser, lo nutre, protege y limita. Se hace necesario generar variantes creativas para no repetirse eternamente en el mismo nivel (cada sentimiento debe emerger de los surcos y patrones que no hemos hecho con el tiempo, renovándose creativamente en los niveles afectivos, ideales, creencias... para no quedarnos estancados)

     La luna de nacimiento es nuestra energía madre, la energía más familiar para cada uno de nosotros, nos envuelve como si construyera un nido energético. El signo donde tenemos la luna constituye el primer hábitat emocional y brindará al bebé una sensación de plenitud. Nos explicará las características del hogar y el entorno íntimo, la afectividad familiar...  Indica la primera identidad del niño que estará determinada por el signo. La cualidad lunar se impondrá en la conciencia, que dependerá de la presencia de sus cualidades para tener sensación de seguridad. Así se fija en una memoria afectiva que rechaza o huye de experiencias que contradigan a la cualidad lunar.

     El mecanismo lunar es la repetición regresiva del modelo imaginario que nos daba seguridad en nuestra infancia, pero aquéllo que sirvió, de nido afectivo en la infancia ya no cumple su función porque las condiciones han cambiado. Es todo un aprendizaje disolver la autonomía de la memoria lunar, que se proyecta sobre el mundo de forma incosciente.

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