ven, siempre ven
No te acerques. Tu frente, tu ardiente frente, tu encendida frente,
las huellas de unos besos,
ese resplandor que aun de día se siente si te acercas,
ese resplandor contagioso que me queda en las manos,
ese río luminoso en que hundo mis brazos,
en el que casi no me atrevo a beber, por temor después a ya una dura vida de lucero.
No quiero que vivas en mí como vive la luz,
con ese ya aislamiento de estrella que se une con su luz,
a quien el amor se niega a través del espacio
duro y azul que separa y no une,
donde cada lucero inaccesible
es una soledad que, gemebunda, envía su tristeza.
La soledad destella en el mundo sin amor.
La vida es una vívida corteza,
una rugosa piel inmóvil,
donde el hombre no puede encontrar su descanso,
por más que aplique su sueño contra un astro apagado.
Pero tú no te acerques. Tu frente destellante, carbón encendido que me arrebata a la propia conciencia,
duelo fulgúreo en que de pronto siento la tentación de morir,
de quemarme los labios con tu roce indeleble,
de sentir mi carne deshacerse contra tu diamante abrasador.
No te acerques, porque tu beso se prolonga como el choque imposible de las estrellas,
como el espacio que súbitamente se incendia,
éter propagador donde la destrucción de los mundos
es un único corazón que totalmente se abrasa.
Ven, ven, ven como el carbón extinto oscuro que encierra una muerte;
ven como la noche ciega que me acerca su rostro;
ven como los dos labios marcados por el rojo,
por esa línea larga que funde los metales.
Ven, ven, amor mío; ven, hermética frente, redondez casi rodante
que luces como una órbita que va a morir en mis brazos;
ven como dos ojos o dos profundas soledades,
dos imperiosas llamadas de una hondura que no conozco.
¡Ven, ven, muerte, amor; ven pronto, te destruyo;
ven, que quiero matar o amar o morir o darte todo;
ven, que ruedas como liviana piedra,
confundida como una luna que me pide mis rayos!
Vicente Aleixandre
Para ti que tienes esa mezcla de hostilidad y dulzura que te hace del todo atractivo. Inspiras todo lo tierno y salvaje que hay en mí. Porque apaciguas y despiertas mis miedos más profundos. Porque tu sola imagen basta para sentirme afortunada.Tu existencia da relevancia a mi mundo. El roce de tus labios me aisla de todo cuanto me rodea. Porque tiraste miles de barreras. Porque a tu lado me siento más yo, más de verdad, de un modo que no había podido expresar hasta ahora.
Tu mente es un paraje inexplorado y a medida que me adentro en él más me absorbe... .me lleva irremediablemente a sus adentros... Y quiero conocer lo más oscuro y lo más brillante... porque todo en ella me atrae, me excita...
Tu olor me transporta a lugares idílicos, no dejaría de acariciar ese cuerpo que es el súmun del placer y de todas las perversiones y fantasías inimaginables...
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Anónimo -