1 * Abril * 02
Aunque solo sea por esta vez, la sonrisa de una tortuga nos asegura que todo irá bien, y la creemos. La creemos ¿verdad? La queremos creer, la necesitamos. Y en este pequeño instante nos llena el terrible vacío. Lo llena sí, de iluiones, de... esperanzas. Pero la tortuga no es más que un cacho de madera hecho en alguna parte. Y nos sonríe. Su cara apacigua esa tormenta que amenaza con destruirnos y, de algún extraño modo, eso nos salva.
Nunca volveremos a ser los mismos ¿no es cierto? No puedes callar esa insistente voz que no cesa, pero cuando hasta el silencio es tu enemigo, lo demás no importa.
Ven, siéntate a mi lado despacio, pon la mano sobre mi corazón y tapa la herida, no dejes la sangre salir. Por favor, no te vayas, sólo quédate conmigo hasta que muera del todo, verás, no quiero estar sola y amo tu presencia por encima de las otras. Ya no queda mucho. Déjame ver por última vez esos ojos y besarlos con los míos. Esos ojos en los que me he reflejado tantas veces, eran mi alegría, mi noche, mi día, mi única guía. Mírame amor, mírame.
Prométeme que te quedarás para siempre y abrázame muy fuerte. No importa si luego te marchas, pues yo me iré también. Me iré poco a poco. Quizá nunca debí estar aquí, tal vez tendría que haberme ido ya. No lo sé, no sé nada, no entiendo nada, no, y ya no tengo fuerzas.
Perdonamé si turbo tu calma y detengo tu camino, es que, entre tus brazos, todo se para y cobra sentido. ¡Shhh! No digas nada. Deja que sienta tu calor, deja que te sienta, porque aquí estoy en paz.
Ahora cerraré los ojos, desearé tus labios y me fundiré con la niebla. Nunca olvides que te amo.
((Esto se lo escribí a Setham aquélla noche. Nunca se lo leí.))
Nunca volveremos a ser los mismos ¿no es cierto? No puedes callar esa insistente voz que no cesa, pero cuando hasta el silencio es tu enemigo, lo demás no importa.
Ven, siéntate a mi lado despacio, pon la mano sobre mi corazón y tapa la herida, no dejes la sangre salir. Por favor, no te vayas, sólo quédate conmigo hasta que muera del todo, verás, no quiero estar sola y amo tu presencia por encima de las otras. Ya no queda mucho. Déjame ver por última vez esos ojos y besarlos con los míos. Esos ojos en los que me he reflejado tantas veces, eran mi alegría, mi noche, mi día, mi única guía. Mírame amor, mírame.
Prométeme que te quedarás para siempre y abrázame muy fuerte. No importa si luego te marchas, pues yo me iré también. Me iré poco a poco. Quizá nunca debí estar aquí, tal vez tendría que haberme ido ya. No lo sé, no sé nada, no entiendo nada, no, y ya no tengo fuerzas.
Perdonamé si turbo tu calma y detengo tu camino, es que, entre tus brazos, todo se para y cobra sentido. ¡Shhh! No digas nada. Deja que sienta tu calor, deja que te sienta, porque aquí estoy en paz.
Ahora cerraré los ojos, desearé tus labios y me fundiré con la niebla. Nunca olvides que te amo.
((Esto se lo escribí a Setham aquélla noche. Nunca se lo leí.))
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